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NOTA DE PRENSA

El misterio del circo clásico barrita y se pliega dentro de este nuevo poemario 

Poemas en la pista reaviva y cuestiona el viejo espectáculo entre trapecios, leones y magos

El nuevo libro de Pintar-Pintar, escrito por Ángel Fernández Fernández e ilustrado por Ester Sánchez, reaviva el misterio del circo clásico a través de textos e imágenes a todo color por los que desfilan leones, domadores o contorsionistas. Todo, ante una niña que sueña, sin perder detalle, alentada por la voz de su madre.

No hay ni una nube en el cielo, a las cinco de la tarde, y una niña entra en la carpa de la mano de su madre. Dentro vuelan trapecistas, saludan domadores y los payasos tropiezan y vuelven a tropezarse. Esta tarde es tarde de circo, con todas sus atracciones, y con números que ya no viven y que invitan a cuestionarse.

«En el libro», subraya Ángel Fernández, «hay recuerdos a artistas clásicos, animales en acción…, números que ya no aparecen en los circos contemporáneos, pero también una reflexión sobre el porqué de estas desapariciones con una mirada no necesariamente nostálgica», y siempre dirigida hacia un público «sensible».

Esta sensibilidad es de doble dirección, puesto que el poemario, dice Ester Sánchez, «está cargado de ternura, alegría y humor». La artista, que en esta ocasión compagina ilustración y edición, recuerda el entusiasmo con que fueron recibidos los poemas de Ángel. «Nos gustó mucho su sensibilidad», explica Ester, «y la aparente sencillez con la que toca tantos temas que te sumergen de inmediato en un mundo de ensoñación, de fantasía, de ilusión… que te dejan pensativa durante todo el día, dándole vueltas a la cabeza».

El libro, a su vez, remite a la infancia de Ángel Fernández, a quien siempre le ha interesado el mundo de los circos pequeños, tradicionales. «Como casi todo lo que hago, tanto para adultos como para niños, este poemario enlaza con mi infancia de una manera o de otra. Recuerdo cuando iba con mi madre a ver las pequeñas compañías circenses que actuaban en mi pueblo como algo vívido y maravilloso», afirma el poeta.

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«Todavía se puede ver algo de ese espíritu en los circos urbanos actuales, pero ya entorpecido por los nuevos tiempos, las nuevas consideraciones sobre la utilización de animales, la mirada contemporánea sobre lo que en el viejo circo se hacía, la educación diferente —no necesariamente mejor— de las nuevas generaciones… Pero todavía, en ocasiones, en los espectáculos que llegan a los núcleos rurales, se puede atisbar algo de la fascinación que en su momento producían en el espectador esos circos antiguos», asegura.

Según Ester Sánchez, Poemas en la pista es, además, «un libro para guardar y saborear poquito a poco». «Es un poemario ilustrado bello de leer y de ver, para ilusionarte y recargar el espíritu cuando las cosas se ponen feas fuera. Para hacerte mirar hacia dentro y sacar tus recuerdos más mágicos, probablemente de infancia, y combatir con ellos las noticias tristes o la nostalgia, con una explosión de color, alegría y amor. Y es que necesitamos de la poesía e imágenes poéticas para liberar el alma de influencia negativa», dice Ester.

«Es un libro, en definitiva, para recibir y dar energía al brillo de los ojos», añade la ilustradora, que extiende esta última frase al resto de obras de Pintar-Pintar, donde caben aquellas historias que continúan alimentando la ilusión de lectoras y lectores de todas las edades, cuya influencia limpia y bruñe las pupilas.

Colores que generan vida

La relación entre los poemas de Ángel y las ilustraciones de Ester llenan el libro de dinamismo, trasladando al lector a las gradas del circo, cuando no a la propia pista. «El color sigue siendo fundamental para mí», explica Ester Sánchez, «un medio de expresión que se encuentra con el pensamiento». «Y es que el color no es algo arbitrario», añade,  «sino un movimiento que genera vida. Con los colores, los trazos, las texturas… creo una atmósfera para cada poema, siempre con la intención de trasformar la escena».

Por su parte, Ángel Fernández , que entiende el circo como una mezcla entre ingenuidad, fascinación y maravilla, se tomó el proceso de ilustración como si fuera una fiesta. «Cuando me iban llegando las ilustraciones, vi que superaban, con mucho, lo que yo me había imaginado cuando escribí los textos. Ester es una artista sensible, de mirada única. En ocasiones, y se lo dije a ella, me emocioné contemplando su interpretación de los poemas. Y no solo por su calidad artística —a la vista está—, sino por su capacidad para leer entre líneas, por estar tan cerca de mi sensibilidad y mirada», apunta el autor. 

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«Por ejemplo», continúa Ángel, «el circo del libro sucede en la imaginación de la madre, que le cuenta a su hija el espectáculo a través de los poemas». «Esta idea está prácticamente encriptada y no le había comentado nada a Ester [al enviarle los textos]. Pues bien, la primera ilustración que me llega es la de la niña contorsionista leyendo… ¡mi libro! Y cierra el poemario con niños en una biblioteca aplaudiendo al contador que les acaba de leer, de recitar, Poemas en la pista. Eso se llama genialidad», subraya el poeta.

Poemas para dos etapas

Nacido en Sabero (León) en 1963, Ángel Fernández Fernández ha alumbrado obras para público infantil y para público adulto, que comparten «una base común» y entre las que figuran, por un lado, Versos para niños nocturnos (2016) y, por el otro, Todo lo que sé del viento (2013). En 2019, recibió el Accésit Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma por el poemario La huerta de los manzanos, publicado por la editorial Visor.

Ester Sánchez ha ilustrado álbumes como Etenko y los patines maravillosos, Versonajes (Premio Nacional de Edición 2014) y El poema que cayó a la mar y, durante el confinamiento, dio vida a los personajes de Poemas en la pista. Una tarea que encaró con ilusión, después de varios años volcada en su labor como editora de Pintar-Pintar. 

«Es una ilusión», termina Ester Sánchez, «pero también una responsabilidad tremenda. No he podido  [volver a ilustrar] hasta la fecha por cuestión de tiempo. El trajín de la editorial, que me encanta, me lo impide. Además estoy felizmente “contaminada” por un montón de estilos, de un montón de excelentes ilustradores. Y cuando una tiene que sacar su yo, tiene que ponerse un poco las orejeras. Eso supone básicamente tiempo, para centrarse en el proyecto e investigar y probar todos los caminos creativos posibles».

En la gestación del libro, influyó notablamente la poeta asturiana María Rosa Serdio, quien puso en contacto al autor leonés con las editoras Ester y Ángela Sánchez (que recientemente ha cesado su actividad en Pintar-Pintar después de 16 años de trabajo). «Me puse en contacto con María Rosa Serdio a partir de unos comentarios elogiosos que hizo en la Red sobre mi libro infantil Versos para niños nocturnos y fue ella quien les habló de mí a las editoras de Pintar-Pintar. Ha sido un proceso largo en el tiempo pero con un final feliz, apoteósico, como en el circo», concluye Ángel Fernández. Ahora solo falta que el poemario inicie su gira. 

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