Además del nacimiento, el matrimonio y la muerte, la vida cotidiana de las gentes de la Edad Media pasaba también por la Iglesia, que controlaba el tiempo de descanso. Hoy todavía tenemos la costumbre de no trabajar el domingo, y esto es así desde la Edad Media. La Biblia dice que, después de crear el mundo en seis días, Dios descansó al séptimo día. En recuerdo de aquello, las gentes de la Edad Media llamaron domingo al día festivo; domingo, en latín, significa el día del Señor (dies dominicus). El domingo se convirtió en el día de la semana que había que respetar en recuerdo de la creación del mundo. En primer lugar, estaba prohibido trabajar; se decía que era pecado trabajar el día del Señor, y los sacerdotes perseguían a los que incumplían esta obligación. Por el contrario, se hizo obligatorio acudir a misa el domingo. Una vez más, los sacerdotes se convertían en personas de gran importancia en el pueblo. Las iglesias se llenaban en la misa del domingo, y ante el pueblo reunido el cura celebraba la misa, transmitía noticias y denunciaba a los pecadores.